Hubo un gran silencio, ciclo de furias gigantes, incendio y sangre pesada; hubo raíces abandonadas. Allá en esa arena inmovíl me senté, entre vacíos gruesos, entre dedos solitarios y terrestres. Ahora camino, me vuelvo salvaje en todas estas noches y todas las edades; también vuelvo enrojecida, navegante, sueño rafagas e hilos de alas. Ahora tengo alas, y escucho en mis profundidades una ronda de besos luminosos.
12 de agosto de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Qué bonito retrato de la intensidad que ya conozco, y que te caracteriza, desde siempre.
Te extraño.
Publicar un comentario