26 de mayo de 2009

Mediocres afortunados

A la inmediatez de una solicitud honesta y natural de cualquier índole, suele venir una sentencia cretina. Cretino el que seduce y mediocre el que se deja seducir. Y pasa que también se puede ser como el que seduce y al final termina seducido, tan solo fulminado por una leve y mísera dosis de seducción. Pues que la petitoria honesta del que seduce se acomete desquiciada y furtiva al final, y al final también termina sentenciada. Semejante cuando un animal es cazado y no tiene escapatoria. Cualquier intento para libertarse es en vano, sencillamente porque uno de estos aunque ínfimo, es un paso seguro a una muerte cruel más anticipada. Y cuyo depredador no se mide en tamaño sino en habilidad a su vez intervenida por una ventaja otorgada por las circunstancias ajenas a el. Cuando el mediocre se vuelve cazador, seguramente ha sido por que las circunstancias le han favorecido gravemente. Entonces sucede una transgresión a las relaciones previamente aclaradas y se cae en peligro de ambigüedad e infarto fulminante al miocardio. El depredado o mejor dicho el cretino, que antes fue cazador, ahora es víctima de su propia mediocridad y no tendrá huida alguna. A causa de un “breve momento de bravura”, la solicitud y el juicio distraídos de sus propias naturalezas se involucraran y se esconderán bajo un sexo para no ser amordazados por el infame depredador, el juicioso de la bondad y de la maldad… Allá donde no toman agua ni los buitres, sino más bien los gusanos abundan porque la podredumbre es basta y la mierda exquisita, ahí es donde habrían de arrojar a esos mediocres afortunados. Se puede vivir así el resto de los días cazando sin depredar y depredando sin dejar de ser cretino y mediocre al mismo tiempo y al revés. Esos infames saben torear las notas que erigen las fronteras de la coexistencia de cada uno de los entes cómplices; tordos idiotas faltos de convicción; idiota tu, idiota yo.

1 comentario:

Angela dijo...

Aveces resulta complicado saber si se es el uno o el otro...